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Cómo Los Esfuerzos De Vacunación Llegan A Un Grupo Muy Desfavorecido, Los Jornaleros De Nueva Orleans

Physician assistant Danis Walker vaccinates Florentino Roman, a construction worker, on the curb of the road outside a Lowes Home Improvement store in New Orleans on June 11, 2021.
Rosemary Westwood
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Danis Walker, asistente médico, vacuna a Florentino Román, un trabajador de la construcción, al borde de la carretera frente a la tienda Lowes Home Improvement en Nueva Orleans el 11 de junio de 2021.

Translated by Luis Rodrigálvarez

Es un viernes de junio a primera hora de la mañana. Los vehículos pasan a toda velocidad por Elysian Fields, y en el enorme aparcamiento de Lowes los jornaleros esperan a que alguien les ofrezca un trabajo. Al lado de la carretera, en una amplia zona cubierta de hierba, Danis Walker saca vacunas COVID-19 de una nevera en la parte de atrás de un vehículo.

"¡Nos estamos abrasando! Y ya son las siete de la mañana, aquí bajo el sol y eso que estamos bajo un roble", dice Walker. "Pero no pasa nada, todo está bien. Estamos aquí para atender a la gente".

Walker es asistente médico en la clínica CrescentCare, ella es una de los pocos empleados que han venido a la clínica de vacunación de campaña y se preparan colocando una mesa y algunas sillas. Forma parte de un programa que se esfuerza en vacunar a un grupo que corre un riesgo notablemente mayor: los jornaleros.

Los jornaleros, muchos de ellos indocumentados, vinieron a reconstruir la ciudad tras el huracán Katrina, y no han parado de seguir construyendo. Ni siquiera durante la pandemia, cuando la construcción fue considerada una de las industrias de servicios esenciales que nunca cerró.

Esa es una de las razones por las que, al principio, el número de casos de COVID-19 entre la comunidad hispana de esta área superaba al de otros grupos. El pasado mes de mayo, se llegó a un punto en que los hispanos representaban el 20 por ciento de los casos de COVID-19 en Nueva Orleans, a pesar de que representan solamente al 6 por ciento de la población de la ciudad.

"Hay mucha gente que tiene miedo"

Esta mañana, un hombre se acerca a la mesa en jeans y camiseta. Se llama Florentino Román. Tiene 52 años. Trabaja en la construcción y ha venido a recibir su segunda dosis de la vacuna de Pfizer.

"La primera vez que vine a vacunarme fue porque me llamó un amigo que estaba aquí en Lowes", explica, "y por eso vine".

Florentino Román explica que anima a todos los que puede a que se vacunen para acabar con una pandemia que ha matado a cerca de 4 millones de personas en todo el mundo, y a más de 10,000 personas en Luisiana. Aproximadamente 10 personas siguen muriendo por COVID-19 cada día en el estado de Luisiana.

Le pregunté si cree que para los que no hablan inglés, y especialmente para los indocumentados, les da reparo el ir a una clínica.

"Hay mucha gente que tiene miedo, porque no entiende, no sabe, y piensa que si va a una clínica le van a pedir algún documento o alguna identificación", dice. "Por eso hay mucha gente que no va a las clínicas".

Tras instalar casi una docena de clínicas de campaña como ésta, CrescentCare ha vacunado a más de 140 personas, la mayoría hombres y muchos de ellos jornaleros. La edad media es de unos 30 años, un grupo demográfico que en Luisiana tiene una tasa de vacunación baja.

"No podemos esperar a que la gente venga a nuestro centro de salud"

Otra de las clínicas de campaña habituales es la de Taquería DF, uno de los camiones de comida que se colocan debajo de la autopista Pontchartrain, cerca de la tienda Home Depot, para vender comida a la hora del almuerzo a los jornaleros.

El Dr. Jason Halperin, de CrescentCare, guarda las vacunas en una nevera de gama alta de 750 dólares que compró por Internet. Tiene un control de temperatura y un enchufe para el vehículo, y la compran normalmente los campistas con vehículos de lujo y las ocupadas mamás todoterreno de California.

Dice que las personas a las que ha vacunado aquí trabajan de 6 de la mañana a 9 de la noche, seis días a la semana, por lo que a la hora del almuerzo es cuando les atiende.

"No podemos esperar a que la gente venga a nuestro centro de salud, nosotros tenemos que salir a donde está nuestra comunidad", dice. "Es nuestra responsabilidad. Y es la manera en la que saldremos adelante".

El personal de la clínica pasa mucho tiempo respondiendo a preguntas, algunas son sobre la seguridad de las vacunas, otras sobre la privacidad.

"Las preguntas más habituales son: ¿cuándo me vacuno?, ¿a quién se le informa de que estoy vacunado?, ¿qué información hay que proporcionar al gobierno? y ¿cómo utilizarán esa información?", me explica Halperin.

"Y debo decir que esas preguntas no sólo ocurren en la comunidad de inmigrantes, se las oímos a todas las personas de esta ciudad", añade.

Les dice a los pacientes que el departamento de salud del estado no proporciona información de identificación a otras agencias del gobierno, incluidas las de inmigración.

Marita, 37, stands in front of her fruit and snack stand under the Pontchartrain Expressway in New Orleans on May 28, 2021.
Rosemary Westwood
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Marita, de 37 años, frente a su puesto de frutas y comidas bajo la autopista Pontchartrain en Nueva Orleans el 28 de mayo de 2021.

A tan solo unos pasos del camión de tacos, Marita, de 37 años, que no quiso dar su apellido, vende comida y fruta fresca.

Dice que el mes pasado se puso la vacuna Johnson and Johnson en una clínica del West Bank. Desde que la clínica de campaña empezó a instalarse al lado del camión de tacos, Marita ha empezado a publicar vídeos en las redes sociales animando a otras personas a vacunarse. Dice que la gente ha visto sus vídeos en Internet y ha acudido a vacunarse. Y a cualquiera que viene a comprarle mangos, le anima a que aproveche y vaya a vacunarse.

"Les pregunto: ‘¿Ya te has vacunado?’ y me contestan: ‘No’. Y entonces les digo: ‘Ahora es el momento, es tu oportunidad’”, dice. "Porque muchos de nosotros no tenemos papeles y pensamos, ¿cómo vamos a poder vacunarnos? Yo les digo: ‘Ahora es tu oportunidad, porque no te piden ninguna identificación’. Es bueno para todos, así que podemos obtener ese beneficio y es totalmente gratis".

Halperin dice que se está corriendo la voz.

"Va a venir un jornalero que nos va a decir: 'Espera, mi hermana también está aquí, quiero que ella también venga'", añade. Y así también podrán traer a una sobrina o a un sobrino o alguien más.

"Así que ahora vemos que familias enteras se vacunan gracias a que nosotros estamos acercándonos a la comunidad".

“Un detalle esperanzador para la equidad en las vacunas”

Las actividades de divulgación entre la comunidad hispana de Nueva Orleans se iniciaron después de que la ciudad presenciara los altos índices de propagación del virus hace un año. La preocupación fue más allá de tan solo los jornaleros.

La comunidad hispana indocumentada es muy representativa en los trabajos de conserjería, restaurantes y otros sectores de servicios, todos ellos considerados esenciales durante el cierre. Eso suponía un mayor riesgo de exposición al coronavirus, lo que se traducía en mayores hospitalizaciones y más muertes. La probabilidad también aumentaba al convivir varias generaciones en el mismo domicilio, eso fue una tendencia que ocurrió en todo el país, dice la Dra. Jennifer Avegno, directora del departamento de salud de la ciudad de Nueva Orleans.

"Muchos de estos trabajos no cuentan con prestaciones pagadas o con ningún tipo de beneficio. Así que no puedes ausentarte del trabajo si estás enfermo, o si un miembro de tu familia está enfermo, o si quieres hacer cuarentena y tienes que quedarte en casa", dice la Dra. Avegno.

Desde que se inició el despliegue de la vacuna, se han realizado una serie de eventos de vacunación en la región y se han enviado mensajes específicos a los medios de comunicación de la ciudad en español.

Avegno señala que todo indica a que estos esfuerzos están funcionando.

"Lo que oigo es que la aceptación de la vacuna es más amplia de lo que habíamos previsto, lo cual es un punto muy positivo para nosotros", afirma.

En la región sanitaria del estado que abarca Nueva Orleans, las tasas de vacunación entre los hispanos se acercan al porcentaje de dicha población. Los datos del Departamento de Salud de Luisiana muestran que representan el 7.78 por ciento de las vacunaciones y constituyen alrededor del 9 por ciento de la población.

Y otro dato es que las vacunaciones se están acelerando entre la población hispana de Luisiana, mientras que se han ralentizado entre la población blanca y se han estancado entre la población negra, según los datos de Kaiser Health Foundation.

Marita dice que conoció a dos personas que fallecieron a causa de COVID-19, y tiene amigos que se contagiaron, pero se recuperaron. Añade que se siente bien al ayudar a otros a vacunarse.

"Es algo muy importante y no debemos dejarlo para otro día, este es el momento", dice. "Si tenemos la posibilidad de hacerlo ahora, no esperemos más", insiste.

Y añade: "Mañana puede ser demasiado tarde".

Rosemary Westwood is the public and reproductive health reporter for WWNO/WRKF. She was previously a freelance writer specializing in gender and reproductive rights, a radio producer, columnist, magazine writer and podcast host.

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