Translated by Luis Rodrigálvarez
En el pequeño pueblo de Bell City, a unos 23 kilómetros al este de la pequeña ciudad de Lake Charles y cerca de la irregular costa del sur de Luisiana, en la mañana del 27 de agosto había árboles caídos por todas partes.
En un cruce de carreteras, un remolque estaba tumbado sobre su costado y abierto por la mitad. Las tejas habían volado desde los tejados y cubrían el suelo y los cables de los postes telefónicos estaban en medio de las calles. Incluso algunos de los árboles más grandes de la zona estaban completamente arrancados, casi enteros, con raíces y todo.
Y dondequiera que había uno de esos árboles interceptando el camino, también había un vecino de Bell City con una motosierra para despejar el camino.
Entre los voluntarios con motosierra estaba Dylan Guidry y su hermano, que viven en Lake Arthur, un pueblo algo más grande a unos 30 km al este.
"Esta mañana los vecinos de Bell City se reunieron, agarraron sus motosierras y se fueron a por los árboles que estaban tumbados en medio del camino, los cortaron y despejaron el camino para que la gente pudiera pasar por las carreteras, y llegar a donde necesitaban para ayudar a la familia y a los vecinos", dijo.
"La comunidad se ayudó a sí misma, se ayudaron unos a otros".

Los residentes de Luisiana están acostumbrados a esto, o al menos muchos de ellos. Están familiarizados con los huracanes y el ayudarse mutuamente es la respuesta habitual. Ayudarse mutuamente en tiempos de crisis está tan arraigado en su cultura que se ha regularizado, como ha ocurrido con los bien conocidos de todos ellos: Common Ground Collective y Cajun Navy, ambos creados sobre la marcha tras el huracán Katrina.
Con lo que están menos familiarizados es con la poderosa demostración de fuerza que sintieron y vieron del huracán Laura. El huracán de categoría 4 es el más fuerte que ha sufrido Luisiana desde 1856, según Philip Klotzbach, un meteorólogo de la Universidad Estatal de Colorado que se especializa en el pronóstico de huracanes en la cuenca del Atlántico. Si los clasificamos por la velocidad del viento producido, los vientos de Laura de 150 millas por hora al tocar tierra lo colocan en un empate con el quinto huracán más fuerte que ha llegado a tierra en los Estados Unidos en su área continental desde 1851.
"He estado viviendo aquí durante mucho tiempo", dijo Guidry, alargando la ‘u’.
"Nunca antes en toda mi vida he presenciado algo parecido. Esta ha sido la primera vez. Especialmente durante un huracán de categoría 4. Y para ser honesto, no creo que quiera volver a verlo. Especialmente nada tan fuerte. Nunca más. Nos quedamos despiertos toda la noche, viendo las noticias, nos sentamos en el porche, vigilando los tornados. El viento azotaba, los cristales se rompían y los tejados se despedazaban a nuestro alrededor. Estuvo bien feo".
Dana Lavergne pasó la noche en la casa de su hijo en Bell City. Antes vivía con su otro hijo en Hayes, un pequeño pueblo de al lado al este, pero se marchó del tráiler para irse a una casa más resistente en Bell City.
"He vivido en esta zona toda mi vida, pero no recuerdo nada tan intenso como esto", dijo. "El viento era una locura. Nunca había experimentado algo tan poderoso, ¿sabes?"
Cuando le pedimos que describiera la noche que pasó esperando la tormenta, Lavergne respondió: "Espantoso. Realmente, fue terrible. Muy, muy terrible".

Ella y su familia también ayudaron en los esfuerzos de la limpieza, el corte de árboles y la reapertura de las carreteras. Todos los robles que tenía su hijo estaban dañados.
"Tenemos suerte de que la casa siga aquí. El techo se ha levantado por completo", dijo. "¿Sólo tenemos estos daños? Pues yo creo que somos afortunados".
Subida de las aguas, cortes de energía, un incendio químico y seguimos con la COVID-19
En Lake Charles, que estaba directamente sobre la trayectoria de Laura, y en los pueblos de alrededor, la subida de las aguas fue entre 9 y 12 pies. Eso es mucho menos que los 20 pies que se esperaban, pero mucho más de lo que mide una persona y es casi la altura que tiene el techo en la mayoría de las casas.
Pero tal vez el daño más visible del paso del huracán ha sido el fuego, un enorme penacho de humo negro que sube hasta el cielo. BioLab Inc. en Westlake, justo al otro lado del lago de Lake Charles, estaba ardiendo y a fecha del jueves por la noche todavía lo está. Las autoridades creen que la planta, que fabrica cloro para piscinas, se incendió en algún momento durante el paso de la tormenta.

El Departamento de Calidad Ambiental de Luisiana (LDEQ) se enteró del incendio alrededor de las 9 a. m., no mucho antes de que Cajun Navy publicara un video del humo en su página de Facebook.
LDEQ acudió al incendio junto con la Policía Estatal de Luisiana, el Departamento de Bomberos de Lake Charles, la Agencia de Protección Ambiental y KIK Custom Products, la empresa propietaria de la planta. Los oficiales de la compañía dijeron que la instalación había sido evacuada y que todos los empleados estaban a salvo.
Los resultados del control de la calidad del aire no mostraron indicios de cloro en el aire, pero se siguen haciendo pruebas.
"No se han detectado niveles bajos de cloro fuera de la planta, lo que quiere decir que es donde camina la gente y donde se reúne la gente, y eso es algo bueno", dijo Browning. "En la nube y en su pluma, a medida que se eleva en el aire y se expande, ahí es donde hay obviamente cloro, pero esos químicos están cayendo en el lago, y ese es el lugar adecuado para que lo hagan, pues el cloro se diluye en el agua y de ese modo el impacto se produce lejos de la zona, no creemos que haya nadie en peligro. Pero el procedimiento estándar fue refugiarse inmediatamente en el lugar donde uno se encuentra, y esa fue la medida que tomó el estado".
A las 5:30 p.m. del jueves, se informó de seis muertes asociadas con el huracán. Cuatro de ellas en Leesville, incluyendo a una niña de 14 años, un hombre de 60 años en la parroquia de Acadia y otras dos en las parroquias de Jackson y Vernon, que murieron cuando los árboles cayeron sobre sus casas, según el Gobernador Edwards. Un hombre de 24 años murió por intoxicación de monóxido de carbono provocado por un generador en su casa, y un hombre de edad desconocida se ahogó cuando el barco en el que estaba se hundió durante la tormenta.

Al menos 600.000 unidades en Luisiana estaban sin electricidad, dijo el Gobernador John Bel Edwards en una conferencia de prensa por la tarde, y cerca de 2.100 personas se hallaban refugiadas a lo largo del estado de Luisiana. Alrededor de 1.900 de esas personas están en hoteles o moteles acomodados por el estado. El resto estaban en refugios colectivos con medidas de distanciamiento social para evitar la propagación del coronavirus.
Más de 5.000 miembros de la Guardia Nacional estaban distribuyendo provisiones de emergencia, ayudando en pruebas de COVID-19 y realizando operaciones de búsqueda y rescate con la ayuda de 170 agentes del Departamento de Fauna Silvestre y Pesca de Luisiana
"Está claro que no hemos sufrido ni padecido los daños catastróficos totales que pensábamos que probablemente íbamos a recibir de acuerdo con el pronóstico que teníamos anoche, pero hemos sufrido una tremenda cantidad de daños", dijo Edwards en una reunión informativa con la prensa el jueves por la tarde. "Así que hoy se trata de salvar vidas, de sacar a la gente de sus casas si éstas ya no son habitables".
"Esto es un maratón, no es un sprint", añadió Edwards. "A veces es durante la limpieza cuando la gente se lastima gravemente... o pueden morir en un accidente."
"Esperando solamente a que llegara la luz del día"
El camino para la reconstrucción va a ser largo y laborioso para todos en esta área, incluso para aquellos que se sienten relativamente afortunados.
En Lake Arthur, a unos 45 kilómetros al sudeste de Lake Charles, Chrystal Breaux y sus hijos caminaban el jueves por la tarde recogiendo las tejas que habían volado de su tejado y habían ido aterrizando entre la hierba.
"Nosotros estamos mejor en comparación con algunos de nuestros vecinos. Creo que tenemos suerte de seguir teniendo un hogar, a diferencia de muchos otros ", dijo. "[Tenemos] bastantes escombros, tejas, daños en el tejado, y cosas así".

Breaux y su familia tienen amigos en los alrededores de Cameron, Grand Lake y Lake Charles, y sus hermanas viven en Moss Bluff.
"No tienen casas, ni trabajos, porque los lugares donde trabajaban han desaparecido por completo", dijo ella.
La casa de su familia, que aún sigue en pie, tiene un generador, están "acostumbrados a las tormentas, los cortes de electricidad y cosas así". Pero la noche en que el huracán Laura tocó tierra es una que probablemente no olvidarán.
"Mis hijos se durmieron", dijo Breaux, "pero mi marido y yo estuvimos despiertos casi toda la noche, esperando solamente a que llegara la luz del día".